La belleza de lo sencillo

De San Miguel a Santa María la Real

Sacramenia, ese pueblecito norteño tan lejano a Segovia y tan popular por su excelente cordero asado, guarda celosamente valores patrimoniales de gran belleza.

Sacramenia no siempre se emplazó en el llano que ahora ocupa. La lastra elevada que protege la villa fue una vez un castro y después la medieval Sagramenia, en tiempo de conflictos y durante la invasión árabe. Allí arriba, de la aldea que una vez fue, las solitarias ruinas consolidadas de San Miguel, nos siguen proporcionando buen románico y un excelente paseo al sol de primavera. 

Del patrimonio religioso de Sacramenia destaca, a pesar de estar en ruinas, pero consolidadas felizmente, esta pequeña iglesia que puede considerarse una joya del románico segoviano. A casi mil metros de altura, la ermita se ve desde cualquier ángulo gracias a la planicie elevada en la que se asienta.  

San Miguel es un ejemplo de ese románico del XIII, que ha sobrevivido casi por sus propios medios al frío y al viento de siglos de historia y que pierde sus orígenes incluso antes, en el X, a juzgar por las tumbas antropomorfas existentes tanto dentro como fuera del ábside, que podrían apuntar a un templo mozárabe.

Su fábrica original sufrió no obstante enormes pérdidas, sobre todo posiblemente a raíz de la guerra de Independencia, momento en que llegó a ser incendiada, pero, aunque sólo han llegado hasta nosotros la cabecera y parte de los muros norte y sur, su belleza no deja de asombrarnos. 

San Miguel fue consolidado gracias a los vecinos del pueblo entre los años 2008 y 2009 y sigue acogiendo la tradicional rogativa que los vecinos de Sacramenia organizan a principios del mes de mayo. 


Un paseo a San Miguel es un buen ejercicio que despertará el apetito del caminante. Desde la lastra se divisa el valle del mágico río Duratón, y su afluente, el Sacramenia, en un mar de tierras blancas, tan característico de esta zona de la provincia. De regreso a la villa de Sacramenia, el mayor de la Comunidad de Villa y Tierra de Fuentidueña, no olvidéis visitar San Martín de Tours y Santa Marina, con sus excelentes pinturas murales, además del Coto de San Bernardo, donde encontraréis a Santa María la Real. 

De su riqueza en patrimonio religioso, el monasterio de Santa María la Real es quizás el más notable, tanto por su historia como por los avatares de sus piedras, parte de las cuales, claustro, refectorio y sala capitular, son parte de nuestro patrimonio perdido, esta vez no por deterioro sino porque fueron vendidas al magnate americano Hearst; viajaron casi sin rumbo por distintos lugares de Estados Unidos hasta recalar en Miami, donde siguen en la actualidad acogiendo, eventos y banquetes. 


No podemos dejar de mencionar tampoco en este peculiar recorrido por Sacramenia la ermita rupestre de San Juan de Pan y Agua, cerca de Santa María la Real, cueva que dice la tradición fue de un eremita. La cueva debió de tener en la Edad Media una pequeña edificación añadida.

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