Un paseo por los pueblos amarillos
Puerta de ingreso, San Martín de Tours, de Martín Muñoz de Ayllón
Eran los pueblos perdidos de la medieval Comunidad de Ayllón, los de la sierra que lleva su nombre, los ausentes siempre, a los que, a mediados del siglo XX, Cela definía como "unos más chicos y otros menos chicos, que parecen sacados de la misma pobre y agostada y yerma matriz".
Sus pequeños núcleos urbanos aparecen en las guías como los
pueblos rojos y los pueblos negros. Pero no son el rojo y el negro
los únicos colores de la sierra; Dos localidades menores, muy cercanas a Riaza,
pero mucho menos conocidas, han sido bautizadas con otro color, el amarillo, por el evidente tono de las
cuarcitas de su arquitectura popular: Alquité y Martín Muñoz de Ayllón.
Y es curiosamente esa pobreza lo que pareció dar homogeneidad a ese territorio que, con un frágil patrimonio cultural inserto en un medio natural vulnerable, sestea a la sombra de la Sierra de Ayllón. Puede que fuera pobre, pero la geología lo dotó, en compensación, con algo muy especial, el color.
Puerta de ingreso, San Pedro de Alquité