La belleza de lo sencillo

Las fuentes del páramo

Salimos de la villa de buena mañana, con nuestras bicis, por el camino llamado del Terrero, y ya en este primer tramo, remontando una pequeña cuesta, podemos contemplar el páramo en su inmensa belleza, con sus pequeños tesos, una hermosa vista de Cuéllar, con sus torres blancas al sol del otoño, magnífica, y las tierras grises, tan sólo animadas por la siembra estacional. En pocos minutos estaremos en Fuentes, en Fuentes de Cuéllar.

Así es la iglesia de San Juan Bautista, el Degollado, que llama ya poderosamente la atención desde la carretera, por su gran tamaño y elegante estructura, pero que, al acercarnos, nos ofrece el triste espectáculo de un tremendo deterioro y un desdeñoso abandono.

Centrada en una amplia plaza, en lo más alto de la localidad y rodeada por una cerca de piedra del cercano Campaspero, el templo parece estar condenado a la desaparición; ya no hay cubiertas, ni imágenes, ni esculturas, ni bancos al uso, y el duro clima castellano azota su interior a discreción.

En su decrepitud, San Juan Bautista se nos revela como un pequeño tesoro que ahora, por si acaso perece, hay que admirar. Románico tardío en origen, posiblemente del siglo XIII, como puede observarse por su ábside y sus contrafuertes, el templo sufrió, como casi todos, modificaciones a lo largo de la historia.

 De época gótica es una de sus naves, enfrentada al sur, que pudo servir de pórtico, dos magníficas naves laterales o la hermosa bóveda de crucería que atisbamos desde la entrada principal. Trazas renacentistas son también visibles, empezando por la propia talla del San Juan de su fachada. 
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