La belleza de lo sencillo

El campo de los muertos

Ermita del Santo Cristo del Corporario
Ermita del Santo Cristo del Corporario

Desde hace siglos esta localidad semiabandonada depende del Ayuntamiento de Fresno de Cantespino y pudo que, allá por el siglo XIII, un castillo de tierra o de adobe, de barro y paja, se elevara en sus pagos. Ya no hay presencia de ningún castillo, ni árabe ni cristiano, y la ruinosa iglesia de San Juan da un aspecto fantasmal al caserío en que pocas casas quedan aún en pie. 

Fue allí también, dicen, en el entonces llamado Campo de la Espina, en la zona aledaña a la necrópolis visigoda, ahora despoblado de Sancta María del Corporal y en los comienzos del siglo XI, cuando Almanzor, que venía de arrasar la vecina Sepúlveda, encontró su merecido y fue derrotado en la batalla de Corporario el segundo día de Pentecostés. Y varias son las versiones que la tradición oral nos regala sobre esta épica batalla, digna de una canción de gesta medieval, con villano incluido, en la figura del sarraceno. Unos cuentan que éste, pensando que sus huestes habían tomado ya el castillo de Castiltierra, Almanzor se dirigió allí en busca de refugio, desconociendo que los cristianos, allí parapetados, habían izado como argucia letal la bandera de la media luna para sorprenderles. Y así fue, según cuenta la leyenda, pues su bienvenida al castillo no fue tan amistosa como esperaba; las tropas sarracenas fueron recibidas por un buen grupo de hombres armados y su retirada resultó casi imposible al ser rodeados por otra guarnición cristiana que acabó aniquilándolos en la contienda. 

Como otras muchas zonas de la provincia de Segovia, y lamentablemente de Castilla y León, la comarca de Fresno pelea ahora con la amenaza de la despoblación y del vacío; aldeas y despoblados, en casi dramática paridad. Parece que Castilla ha vivido de siempre con esta terrible amenaza de la que Castiltierra es tan solo un ejemplo más.

Hay incluso otra versión, y ésta vez con componente mágico. Lo que de la tradición oral nos llega es que las tropas cristianas y sarracenas se enfrentaron en una batalla desigual, que el ejército cristiano, bajo de moral y de fuerzas, daba por perdida. Fue en ese momento cuando una imagen de un Cristo de milagrosa aparición indicó con una mano al sarraceno que abandonara la lucha. La leyenda asegura que, en efecto, las tropas sarracenas, impresionadas por la aparición, se rindieron y que éste fue el comienzo del fin para Almanzor, que, como siguen contando las crónicas cristianas, fue masacrado en su campaña por tierras sorianas ese mismo año, en la mítica batalla de Calatañazor.

Ni Corporario ni Calatañazor parecen haber sido batallas perdidas por el sarraceno, según numerosas investigaciones; puede que ni siquiera fueran batallas, aunque la segunda sí fue incluida como gesta cristiana en la Primera Crónica General de Alfonso X. Tan magnificadas y maquilladas fueron, que llegó un momento en que fechas, reyes, personajes y lugares se mezclaron, como en el sombrero de un ilusionista, y fue en el siglo XX cuando se empezó a poner en duda su existencia. Pero, en la medida que este hecho nos afecta, fuera historia o leyenda, una ermita fue construida por esas fechas en el campo de batalla, y pudo serlo en agradecimiento a la victoria, a la ayuda celestial recibida, o simplemente a la manifestación de un fervor popular genuino, y allí sigue en pie, en el mismo borde de la carretera que une Fresno de Cantespino con Castiltierra, testigo mudo de ésta y otras muchas batallas, épicas o no, que el tiempo se ha ocupado de armar.

La ermita del Santo Cristo del Corporario podría ser tan antigua como la mítica batalla. Al menos, sus raíces románicas sí son contundentes, como expresa su más de una veintena de canecillos deliciosamente labrados, que muestran en algunos casos figuras humanas de gran realismo. Allí descubriremos al pastor, al tonelero o al músico tocando el laúd o a la cabeza asombrada de grandes y redondos ojos, fuera casi de sus órbitas.

Desgraciadamente el templo, al igual que la necrópolis, ha sido expoliado en numerosas ocasiones tanto en su interior como en su exterior, donde falta parte del ornamento de su puerta de acceso. Un edificio moderno se construyó adosado a la ermita para acoger las reuniones de su cofradía.

El ahora despoblado de Corporario debió de ser una mediana población medieval, según consta en registros eclesiásticos. Su nombre se asocia a cementerio, posiblemente relacionado con la necrópolis visigoda allí encontrada. La localidad ya estaba despoblada en el siglo XVIII (Significado de los nombres de los poblados y despoblados de Segovia, de P.L. Siguero Llorente)

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