El Sordillo y Santiuste de Pedraza
El piedemonte del Guadarrama, pasada La Salceda, se abre paso a través de la Cañada Real Soriana Occidental, y a sus pies, hermosas extensiones de robles, fresnos y álamos aportan miles de diferentes matices según la estación. En las zonas más abiertas, la jara, y en el valle, allá abajo, en la estación húmeda, vemos brillar el río. Multitud de caminos convergen bañados en luz. Son tierras de Santiuste de Pedraza.
No encontrareis ningún lugar físico con este nombre; Santiuste no es más que un recuerdo, en ruinas, de una aldea que dejó de existir hace ya siglos, Sant Yuste, pero que pervive dando su nombre común a cuatro pequeños barrios que : Chavida, Urbanos, La Mata y Requijada.
Las dos primeras llevan en sus nombres la huella de su repoblador medieval. La tercera es un topónimo geográfico, "bosquecillo" y Requijada vendría a significar "lugar apartado". Son más de diez los despoblados que, al igual que sus viejos barrios y su antigua cabeza, San Yuste, aún dejan ver restos de su presencia física y huellas en la toponimia de la zona en un concejo que en el XIX contaba con quinientos habitantes y ahora, apenas supera los cien.
Llegamos a Santiuste de Pedraza por la N 110, desviándonos a la izquierda una vez sobrepasada la localidad de La Salceda, en dirección a Pedraza. Santiuste se nos aparece como una maraña de caminos al sol que dibujan un paisaje amable entre el Guadarrama y la llanura.
Su patrimonio natural es humilde y acogedor; su patrimonio histórico nos sorprende con pequeñas joyas como la iglesia de las Vegas, patrona de la Comunidad de Villa y Tierra de Pedraza pero es su patrimonio utilitario lo que da la medida de esta zona de tierra seca, pero fuertemente vinculada al agua.
🔎 Las fuentes abovedadas , algunas con historias que contar, son prueba de ello, como la de Los Íñigos, llamada también fuente de la Rencilla, culpable según la leyenda de haber sido causa de la desaparición del poblado, cuando una salamanquesa infestó su agua en la celebración de una boda y todos sus habitantes perecieron. Pero no todas las fuentes tienen una leyenda negra; es más, son el alma de los pueblos castellanos en sus estación seca, el sonido amable de la vida.
La crisis en el sector agrario y la falta de servicios han vaciado este concejo, donde conviven la nostalgia y la búsqueda de una nueva identidad. Este concejo parece haber encontrado en el turismo o en las segundas residencias un pequeño escape para frenar el fantasma de la desaparición. Su belleza natural y su pasado arquitectónico, artístico, industrial e utilitario intentan compensar por este medio los sectores tradicionales en regresión.
🏞️Su río, el Sordillo, es pequeño, pero tremendamente alegre. Baja al llano recogiendo agua de otros riachuelos serranos y se beneficia del río Viejo, que le trasvasa parte de su caudal. Tan vigoroso es en su primer tramo, que su fuerza alimentó en su momento ni más ni menos que a tres molinos.
LOS TRES NOMBRES DEL SORDILLO
Nace como río de Abajo, atraviesa las tierras de Santiuste como Sordillo y en Requijada, el barrio más alejado, toma el nombre de río Santa Águeda hasta morir en el Cega.
Comenzamos a seguir el río de Abajo desde el cementerio de La Salceda, cerca de su nacimiento en el Guadarrama, prácticamente en la margen izquierda de la N 110, dirección Aranda de Duero, una amplia explanada sembrada de hierbas aromáticas y salpicada de caminos que permiten en breve bajar al valle.
Pronto encontraremos las ruinas del primer molino, un antiguo edificio comunal de esta localidad, en lamentables condiciones, pero donde aún es perfectamente visible su caz y restos de su antigua maquinaria... La senda es ahora estrecha y la vegetación ha ido aumentando con la frescura de la ribera.
🧑🦯 Avanzamos siempre al borde del río, por el camino de los Arrieros, que unía en tiempos Turégano y Torre Val de San Pedro y el estruendo del agua va haciéndose cada vez más llamativo
Es ésta una zona de rápidos y pequeñas pero poderosas caídas que predicen la aparición de Armenteros, el segundo de los molinos, de propiedad privada, dos construcciones en mampostería, en dos plantas, con un hermoso cárcavo en ladrillo y, casi al lado, está el viejo molino de Abajo, que fue el comunal de Chavida, ya sin cubierta y desmantelado, pero sugerente en su hermosa ubicación. Tres molinos harineros que hablan de otras épocas, cuando a finales del siglo XIX, Santiuste contaba con medio millar de habitantes.
Junto a la fuente de La Mata, a la entrada, nos cruzamos con un sendero,que, paralelo al río, nos conducirá al último de los barrios de Santiuste, Requijada. Es ésta ya zona de pastos, adornada de encinas, chaparros y fresnos que nos trasladará amablemente hasta un nuevo puente. Rocas calizas y arcillas dan color al paisaje en este tramo que no es sino un ancho valle entre el piedemonte y la llanura ondulada que intuimos a nuestra izquierda. Justo a la entrada de la población abandonaremos el Sordillo, que cambia de nuevo su denominación para ser desde aquí el Santa Águeda, nombre que ya no abandonará hasta su desembocadura en el Cega, en la localidad de Pajares de Pedraza.
👇👇👇👇
SAN JUSTO Y PASTOR
Vamos a tomar ahora uno de los caminos de misa, él que desde Urbanos, siguiendo el río, nos llevará a las ruinas de lo que en tiempos fue Santiuste, el despoblado de Sancti Iusti o Sant Yuste,que se deja ver enseguida, en forma de torre de iglesia, aún erguida, sobre un pequeño cerro, Los Alamillos.
![](https://6d348ff54a.cbaul-cdnwnd.com/cee5759fb44af8112fc61259bb2ad810/200000116-95d6195d62/IMG_20191129_155638.jpg?ph=6d348ff54a)
Dejó en herencia una iglesia parroquial, San Justo y Pastor, perfectamente accesible desde los barrios por sus correspondientes caminos de misa, y que puede verse, en su promontorio desde cualquier punto de la zona.
No hay culto ya, con excepción del dedicado a sus muertos, pues el cementerio sigue allí. San Justo, que fue varias veces espoliada por su solitario emplazamiento, acabó su vida útil a causa de un incendio en 1930. Fue entonces cuando el templo se abandonó y pasó a ir olvidando su origen y su nombre para ser conocido como la iglesia quemada.
En su exterior, un ábside con tres vanos y una fila de canecillos delatan su origen románico, posiblemente del XIII, como tantas de la geografía segoviana, pero es la torre la que sobresale por su contundente y poderosa presencia; circundada por otra colección de canecillos, exhibe un cuerpo de sillares en la parte superior, y una única gárgola, posiblemente de época posterior, con apariencia ovina, se asoma al vacío.
![](https://6d348ff54a.cbaul-cdnwnd.com/cee5759fb44af8112fc61259bb2ad810/200000118-d4e58d4e5a/IMG_20191129_161024.jpg?ph=6d348ff54a)
![](https://6d348ff54a.cbaul-cdnwnd.com/cee5759fb44af8112fc61259bb2ad810/200000117-0b9540b956/IMG_20191129_160353.jpg?ph=6d348ff54a)
En su decadencia, el interior del templo da también muestras de su origen indiscutible y de su preeminencia perdida. A falta de uno de sus muros, en el recinto, ahora ya vallado por el peligro de derrumbe, se intuyen tres naves, una hermosa bóveda de cañón sobre su presbiterio e incluso restos de policromía. La humildad de sus materiales nos habla de la austeridad del románico pedrazano, de la que es una de sus señas de identidad. Y, sin embargo, la ruina aglutina el paisaje y marca el territorio en presencia y en ausencia; ahora es la muerte la que habita en su cerro, que preside estas tierras casi despobladas y guarda la memoria de los que ya se fueron.